Las principales plagas agrícolas son ocasionadas por los insectos fitófagos que disminuyen la producción y generan grandes pérdidas económicas. Con el objetivo de evitar esta situación, un grupo de investigación de la UCO, del departamento de Producción Vegetal, coordinado por Enrique Quesada-Moraga, estudia la Entomología Agrícola y el control biológico de los insectos mediante microorganismos entomopatógenos, en especial los hongos de este tipo.
Los agroecosistemas más recientes y modificados se caracterizan porque son especialmente sencillos en comparación con los sistemas naturales; están formados por pocas especies vegetales mejoradas, muy nutritivas, que ocupan grandes superficies, en las que se rompe el equilibrio entre los dos eslabones de la cadena trófica, la planta (primario) y el fitófago (secundario), de forma que la planta ve comprometida su existencia debido a una excesiva presión del fitófago sobre la misma, llegando incluso a su extinción de no alcanzarse de nuevo la situación de equilibrio.
Cuando se produce una situación en la que un fitófago o grupo de fitófagos genera daños en la planta que entrañan una pérdida económica de producción, bien en cantidad, bien en calidad, bien en ambos, decimos que estamos frente a una plaga.
Ante las restricciones políticas y sociales que se imponen al uso de insecticidas químicos de síntesis para el control de plagas de insectos, existe una necesidad urgente de desarrollar nuevos métodos de control de éstas más respetuosos con el medio ambiente. Entre ellos, adquiere cada vez más relevancia el control biológico de esas plagas mediante el empleo de entomófagos, depredadores y parasitoides, o bien mediante el empleo de microorganismos entomopatógenos.
En este contexto, ha desarrollado este grupo su trabajo desde la llegada a la Universidad de Córdoba del profesor Cándido Santiago-Álvarez en 1978, iniciador de esta línea de investigación. Los microorganismos que provocan enfermedades en los insectos -entomopatógenos- constituyen una de las soluciones a algunas plagas, afirma Enrique Quesada-Moraga, que trabaja en este equipo. Dentro de éstos, los hongos entomopatógenos presentan características sobresalientes para el control de diversos grupos de insectos al actuar por contacto, a diferencia de bacterias y virus entomopatógenos que lo hacen por ingestión.
Los proyectos que realiza este grupo de investigación de la UCO están encaminados a prospectar la diversidad de los hongos entomopatógenos, en el suelo y también infectando de forma natural a los insectos. España es rica en ellos, así disponen de una micoteca que abarca más de 400 cepas de hongos entomopatógenos de Beauveria bassiana y Metarhizium anisopliae.
"Nos interesan las condiciones ambientales -temperatura, humedad...- que pueden influir en el desarrollo de estos hongos, tanto aplicados al suelo como de forma aérea", comenta el profesor Quesada-Moraga, quien añade " también nos atañen los mecanismos de patogénesis de estos hongos, con la idea de acelerar los tiempos que tardan en matar a los insectos, que suele ser de 4 a 7 días".
Insecticidas naturales producidos por los hongos
Otra línea de trabajo del grupo cordobés es el estudio de las proteínas implicadas en los procesos de patogénesis de los insectos. "Exploramos mediante técnicas de fermentación y evaluación si estos hongos pueden secretar moléculas insecticidas de origen natural".
Buscan si dentro de estas cepas existen algunas que pueden ser desarrolladas como micoinsecticidas para plagas del olivar; plagas de insectos muy importantes para la fruticultura mediterránea como la mosca mediterránea de la fruta o el gusano cabezudo; plagas de homópteros de gran relevancia para la horticultura bajo abrigo como moscas blancas o pulgones y plagas polífagas muy importantes como orugas, de lepidópteros, y saltamontes y langdaños, debido a que ataca a todos los cultivos. En este sentido, el grupo ha iniciado los primeros contactos con la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía, con el propósito de determinar si se puede ejercer el control biológico sobre las poblaciones de saltamontes y langostas de Granada y Almería, ya que el hongo actúa sobre ellas.
De igual modo, este grupo colabora con otros equipos de científicos andaluces - C.S.I.C. E.E.Z. de Granada, C.S.I.C. I.A.S. de Córdoba, I.F.A.P.A. Granada, así como de la propia Universidad de Córdoba-. También ha iniciado recientemente una colaboración con la Universidad Jaume I de Castellón, para el posible control del curculiónido rojo de las palmeras, especie invasora que llegó al principio de los 90. Según el profesor Quesada-Moraga, existe la posibilidad de usar el hongo entomopatógeno para el control de ese coleóptero. "En las poblaciones naturales del curculiónido hay incidencia del hongo Beauveria bassiana".
Por último, tratan de encontrar una solución eficaz contra el Varroa destructor, ácaro que ataca a las abejas, para ello, colaboran con el IFAPA de Granada.
Estos proyectos están financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía, la empresa D.A.P. (Desarrollo Agrario y Pesquero de la Junta de Andalucía), y de algunas empresas privadas NewBiotechnic S.A. (NBT), ALCALIBER S.A., NUTESCA S.L-.
Medidas de control de plagas
En cuanto a las medidas, los investigadores cordobeses proponen algunas para luchar contra las plagas. Sin embargo, antes de nada, la primera consigna que recomienda el profesor Quesada-Moraga es que mediante el correcto funcionamiento de las medidas legales no lleguen nuevas especies de insectos fitófagos a través del mercado internacional de mercancías, ya que, los nuevos sujetos llegan solos, sin sus enemigos naturales, por lo que, son muy dañinos.
Muestras de hongos entomopatógenos
Si, a pesar de todo, aparece un número de insectos que sobrepasa el Umbral de Tolerancia con las consiguientes pérdidas económicas, se deben tomar medidas que incidan en el medio, en el agroecosistema, para que la incidencia de plagas sea la menor posible, afirma Enrique Quesada-Moraga. Entre ellas, destacan las prácticas agronómicas correctas como el riego, la fertilización o el manejo de las cubiertas vegetales; físicas como atmósferas controladas o empleo de ultrasonidos y medidas mecánicas. Hay otras medidas de control, como el empleo de insecticidas químicos, que inciden directamente en los insectos y ácaros fitófagos, con la finalidad de acabar con la vida de éstos y reducir sus poblaciones.
Este tipo de disposiciones ha generado cierta polémica, puesto que, los insecticidas contaminan en mayor o menor medida el entorno, aunque, han sufrido una evolución, indica el investigador de la UCO, con la aparición de nuevas materias activas en el mercado, cuyo origen son los extractos vegetales, extractos de microorganismos o insecticidas específicos llamados reguladores del crecimiento de los insectos análogos sintéticos de la hormona juvenil y de la muda, que rompen la homeóstais de esas dos hormonas y originan unos trastornos letales que impiden el crecimiento, y los inhibidores de la síntesis del tegumento, que impiden la muda de los insectos-.
Otro método empleado en el control de plagas es la utilización de señales químicas que permiten a los insectos transmitir distinto tipo de estímulos, las feromonas. Hay varios tipos de éstas, en función de la respuesta que originan en el receptor, pero las más utilizadas son las feromonas sexuales, emitidas, en general, por las hembras para atraer al macho a la cópula. El proceso consiste en el estudio de la feromona natural y la síntesis de sus análogos sintéticos. Por tanto, mediante el empleo de distintos dispositivos que tegias existentes basadas en feromonas son la monitorización, que permite detectar las poblaciones y seguirlas en el campo; la captura masal, la confusión sexual y la atracción y muerte, o su variante de atracción e infección, utilizada con hongos entomopatógenos, en la que se atrae a los insectos hasta un punto donde se les inocula el hongo para producirles la muerte, aunque antes de morir, se les permite salir al exterior, con lo cual, ellos mismos contribuyen a dispersar el hongo inoculado.
Por otro lado, también puede emplearse en casos muy concretos la estrategia de los machos estériles, es decir, se liberan al medio grandes cantidades de machos esterilizados, en situación controlada, que competirán con los silvestres, copularán con las hembras, que no detectarán que dichos machos son estériles y propician cruzamientos no fértiles. "Esta técnica se ha intentado desarrollar en España para el control de la mosca mediterránea de fruta, y en la actualidad se encuentra en fase experimental", declara Enrique Quesada-Moraga.
Plantas resistentes y control biológico
Respecto a las medidas que afectan en las relaciones entre los insectos y otros componentes del ecosistema -interespecíficas- y que pueden ocurrir en varios niveles tróficos -eslabones de la cadena de alimentación de un ecosistema-, se recurre a plantas -primer nivel trófico- resistentes que presentan poca susceptibilidad al ataque de los fitófagos, por tanto, en el resto del proceso del cultivo habrá menos problemas. Un tema que ha suscitado la controversia ha sido la utilización de plantas transgénicas con resistencia al ataque de insectos, que tienen las proteínas insecticidas de la bacteria Bacillus thuringiensis, los cultivos transgénicos Bt, con variedades de maíz, algodón, soja etc., aunque en España sólo está autorizado el maíz. Estas plantas, a las que se les ha introducido mediante biotecnología el gen que codifica para alguna de las proteínas insecticidas de esta bacteria, expresan en sus tejidos la proteína insecticida, que es la base de su actividad.
Una cuestión que está en el aire, argumenta el profesor cordobés, es saber que ocurrirá si año tras año se utilizan este tipo de cultivos, si se va a desarrollar resistencia por parte de los insectos, que se pueden inmunizar, por ello, se recomienda dejar un 20% del cultivo de refugio, de plantas que no son transgénicas para mantener genes de susceptibilidad en la población.
Además, los fitófagos están sometidos a la acción natural de agentes entomófagos como depredadores y parasitoides, y a microorganismos que le originan enfermedades -entomopatógenos-, el empleo de ambos permite regular las poblaciones de insectos, denominado control biológico, que según Enrique Quesada-Moraga, debe utilizarse en la medida de lo posible como alternativa a los insecticidas químicos de síntesis en programas de control integrado de plagas o incluso en agricultura ecológica, donde están autorizados.
R.M.F ( De " Andalucia Investiga")