El océano es un lugar de destino incierto, que impone la promesa estremecedora de un final dudoso, donde los límites se van desdibujando como augurios de separación. Cuando un barco de aleja de tierra firme, quedan atrás los asideros de nuestras estabilidades y todo lo que de consistente tiene nuestra relación con la realidad. El viaje tiene una gran semejanza con el deseo, un recorrido que el sujeto está condenado a vivir, un recurso que persigue llenar un vacío. Así lo vivieron navegantes de todas las épocas, y muy especialmente los que configuraron el imaginario explorador de la contemporaneidad. Como el capitán Robert Scott, quien con la meta de alcanzar el polo sur y de explorar lo inabarcable, atravesó el inmenso océano de agua petrificada que se agrietaba y desgajaba bajo sus pies. O el viaje utópico de sir Ernest Shackleton, que aspiraba a atravesar el continente helado, abrirse paso a través del abismo, vislumbrar la ausencia de todo límite.
El arte digital tiene mucho del sentir de estos viajeros que con su ojo contemporáneo relataron y captaron estas travesías por incertidumbres. Incertidumbres que en este proyecto tienen un doble sentido: primero, el océano digital como esa vastedad de lo desconocido, esa inmensidad de posibilidades que se abre en la era de la información a través de medios aún por explorar: videoarte, documentación performática, animación 3D, videoinstalación, infografías, mecanismos interactivos,… y en un segundo lugar, las incertidumbres políticas, económicas y sociales capturadas y escaneadas por los artistas que habitan a ambas orillas del Océano Atlántico: la Cuba que vive los estertores de un régimen agonizante y aferrado a su inmovilismo, presa en la celda de cristal de las antiguas proclamas revolucionarias; por otro lado, la España estancada en la crisis económica, con la resaca del despilfarro, de la vida por encima de las posibilidades, bajo la trampa de la falacia constructivo-especulativa que ha sumido a la población en un atolladero sin precedentes.
Aspectos que pretenden ser analizados en este proyecto expositivo y reflexivo en la Sala Puertanueva en el que participan los cubanos Juan Carlos Alom, Fernando Rodríguez, Sandra Ramos, Duvier del Dago, Ernesto Leal y Luis Gárciga y los cordobeses Daniel Palacios, Manolo Moreno Bautista, Verónica Ruth Frías, Juan López, Ángel García Roldán y Miguel Soler.
Este proyecto del que es comisario Javier Flores, dadas sus características de interculturalidad y de cooperación entre agentes internacionales, por su vertiente didáctica y favorecedora del conocimiento de las nuevas tecnologías, está incluido en el programa “en clave 16”, como una de las actividades prioritarias por la que la Córdoba es candidata a ser capital europea de la cultura en 2016.