Los problemas de violencia escolar y juvenil se verían drásticamente reducidos con la incorporación de orientadores en los centros de primaria y de educadores sociales en los centros de primaria y secundaria. "El profesorado de los colegios tienen graves dificultades para asesorar psicológicamente a los agresores, aunque no tanto a las víctimas porque les falta formación", afirma Antonio Jesús Rodríguez, profesor de Psicopedagogía de la Universidad de Córdoba y coordinador del curso 'Violencia escolar y juvenil: Estrategias psicopedagógicas preventivas y paliativas', que se está impartiendo durante esta semana en los Seminarios Universitarios de Lucena.
Estos educadores sociales podrían intervenir en temas tan vitales como la formación y asesoramiento de los padres, tener un conocimiento más directo sobre la realidad externa del entorno inmediato o establecer una conexión con instituciones que lleven a cabo tareas socioeducativas como centros cívicos o ayuntamientos. De esta forma, se conseguiría aunar esfuerzos y que "las políticas dispersas que se están haciendo hasta ahora terminen por consolidarse y dar frutos", señala el profesor del curso de violencia escolar.
De hecho, lo que tiene muy claro el profesor Rodríguez es que la solución del problema de la violencia pasa por la colaboración de toda la comunidad educativa frente a este fenómeno y que tanto padres como profesores y alumnos sean capaces de aglutinar esfuerzos e ir todos por el mismo camino.
Además, sería necesario fomentar una formación específica dirigida a los profesores para que puedan trabajar tanto con agresores como con las víctimas. En opinión del profesor Rodríguez, es muy importante el trabajo preventivo más que el de actuar ya con los niños violentos. En este sentido, hay que trabajar la convivencia día a día en los centros teniendo en cuenta la educación emocional, entendiendo por educación emocional el conocimiento de las emociones tanto propias como las ajenas.
En cuanto a los tipos de violencia se entiende por violencia escolar a un conjunto de fenómenos que va más allá del acoso e intimidación (Bullyng) y que se da tanto de alumnos a profesores, de padres a profesores, el propio vandalismo y, la más conocida, la violencia entre iguales.
El perfil del agresor es muy diverso y va desde un alumnos más fuerte físicamente al que tiene más habilidades sociales o se encuentra más aceptado por el grupo y tampoco tiene sexo, aunque las niñas suele ejercer una violencia más psicológica que física.
Por otro lado, las claves para reconocer que una víctima está sufriendo este tipo de acoso e intimidación van desde marcas físicas que no se pueden entender como accidentes a pesar de la negación de la víctima hasta trastornos alimenticios y del sueño, dolores de cabeza y de estómago, deseo de absentismo escolar o intentos de fugas.
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Jueves, 20 de Julio de 2006 13:25
Corduba 06.Lucena. Incorporar orientadores y educadores sociales reduciría drásticamente la violencia escolar.
G.C. - C.M.
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Actualidad Universitaria