El equipo de investigación del proyecto presentó la iniciativa “Arqueología sin tocar para un patrimonio inteligente” en la Feria de los Ingenios

Un estudio de la UCO y el Instituto de Arqueología del CSIC de Mérida saca del olvido un monumento romano y contribuye a la puesta en marcha de su restauración
Pese a que en la Ciudad Eterna puede parecer que todos los monumentos y edificios están datados y documentados, la realidad es bien distinta. Aún pueden encontrarse edificaciones que, aún teniendo gran presencia en la ciudad, son unas grandes desconocidas, ya que se han mantenido al margen durante años de los estudios sobre la antigüedad romana. La investigación desarrollada por el profesor titular de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Ángel Ventura, en colaboración con los investigadores del Instituto de Arqueología del CSIC de Mérida, Pedro Mateos y Antonio Pizzo ha permitido desvelar las respuestas a tres preguntas históricas básicas: quién, cuándo y por qué se puso en pie el conocido comúnmente como “Arco di Giano”, ubicado junto a la iglesia romana de San Giorgio al Velabro.

Los alumnos realizan trabajos de campo en los castillos de Belmez y de Zuheros en Sierra Palacios y en el Dolmen de Casas de Don Pedro


Esta iniciativa, financiada por el MINECO a través de Fondos Feder, persigue que en un futuro este monumento se convierta en un mirador museográfico

Un proyecto de la Universidad de Córdoba pretende revalorizar el Castillo de Belmez como monumento simbólico de la comarca del Alto Guadiato en la provincia de Córdoba. La UCO en colaboración con el Ayuntamiento de Belmez ha puesto en marcha los trabajos de investigación para determinar las fases constructivas, lesiones, patologías o riesgos de esta edificación. Este proyecto persigue además que en un futuro este monumento se convierta en el mirador museográfico desde el que entender la evolución histórica y paisajística de la comarca.   

Una investigación de la Universidad de Córdoba desvela a un escritor en desacuerdo con la orientación del progreso de la sociedad y con una mente adelantada a su tiempo
Un hombre sentado, cabizbajo, abrigando habitualmente sus piernas con una manta, una boina en su cabeza y cuyas salidas se limitaban a largos paseos por el Retiro. Esta es la imagen que se tiene en la retina del escritor Pío Baroja (1872-1956) heredada de las aulas de Bachillerato, cuando tocaba estudiar su vida y obra. Nada más lejos de la realidad. Baroja era un hombre extrovertido, un trotamundos que recorrió toda Europa y al que le gustaba relacionarse con toda clase de gente, independientemente de su condición social. Entonces, ¿se ha vendido una imagen equivocada de este escritor, considerado un nexo de unión entre la narrativa decimonónica y la modernista? Pues, parece que sí, según se desprende del estudio de la investigadora de la Universidad de Córdoba Eva Orts, quien profundiza en la modernidad singular de este autor en su representación de la ciudad,  a través del análisis de la relación entre los personajes y el espacio urbano de Madrid, Córdoba, París, Londres y Roma, en cinco novelas: La busca (1904), La feria de los discretos (1905), Los últimos románticos (1906), La ciudad de la niebla (1909) y César o nada (1910).

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