Para el curso que viene, si la situación sanitaria lo permite, durante el primer semestre, se podría volver a los campus, pero en determinadas condiciones de distancia en las aulas, en los pasillos y en las zonas comunes. Las universidades no queremos renunciar a la docencia presencial porque es seña de identidad de nuestra enseñanza y vamos a hacer todo lo posible para preservarla. Por eso llevamos semanas trabajando en una fórmula de docencia mixta o presencialidad adaptada que requerirá de un importante ajuste de los componentes académicos, organizativos y recursos y de una nueva planificación para que los y las estudiantes logren los resultados de aprendizaje esperados en el marco de los fundamentos del Espacio Europeo de Educación Superior, que se rige por el principio básico del desarrollo de competencias.
La dotación del Fondo COVID-19 destinada a la Universidad a través de las Comunidades Autónomas ayudará a que los procesos de adecuación que tengamos que poner en marcha en nuestros centros se realicen con rapidez y a que el impacto sobre la comunidad universitaria, especialmente sobre el estudiantado más vulnerable, sea mínimo. Por eso es muy importante agilizar su ejecución y evitar trámites burocráticos que ralenticen un proceso que debe ponerse en marcha cuanto antes.