En enero de este año, la caída del niño Julen a un pozo de 72 metros en el municipio malagueño de Totalán puso en vilo a la sociedad española. Fueron 13 días contra reloj en el que un extenso operativo de rescate hizo lo imposible por sacar al pequeño con vida. Desgraciadamente, el desenlace no fue el esperado. Sobre esta vertiente humanitaria de la ingeniería, como profesión al servicio de la sociedad, hablaron ayer dos de los ingenieros implicados en este operativo. Al acto acudieron alumnos de la Escuela Politécnica Superior de Belmez, el profesor de Tecnología de la Construcción de la EPSB, y organizador de la jornada, Manuel Bravo Márquez, y el alcalde de Belmez, José Porras Fernández.
La directora de la EPSB, Francisca Daza, presentó el acto y reconoció el "trabajo incansable, humanitario y la capacidad técnica de los ingenieros para resolver dicho rescate". Asimismo, destacó la transferencia del conocimiento de la Universidad en un tema de relevancia como es la ingeniería en situaciones de emergencia, señalando que "el rescate de Totalán fue una obra de ingeniería civil humanitaria sin precedentes, en la que la Ingeniería Civil y la Minería, sectores estratégicos y dos de las titulaciones que se imparten en esta escuela, fueron esenciales para resolver esta emergencia".