En las jornadas participaron Lina Gálvez Muñoz, catedrática de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad Pablo de Olavide, y Miguel Lorente Acosta, profesor titular de Medicina Legal de la Universidad de Granada.
El profesor Lorente explicó cómo las circunstancias del confinamiento potencian los factores de riesgo de violencia de género a escala individual y social, al aumentar el aislamiento y las barreras que dificultan la solicitud de ayuda y la denuncia, lo cual hace de esta asociación una “amistad muy peligrosa". La consecuencia directa es el aumento de esta violencia. Sin embargo, destacó que una primera aproximación puede llevar al error al entender que la violencia de género disminuye debido al descenso de las denuncias y del número de homicidios. El estudio de la violencia de género bajo el confinamiento debe tener un sentido evolutivo que contemple las consecuencias en sus dos fases: durante el confinamiento, con el aumento en todas sus formas (física, psicológica y sexual), y tras el confinamiento, centrándose en la valoración del riesgo de letalidad, el cual se incrementa debido la percepción de pérdida de control por parte del agresor. "El final del confinamiento no es una solución en sí mismo, sino un cambio de circunstancias aún bajo el riesgo que conlleva la situación social y la crisis económica creada. Todo ello debe ser tenido en cuenta para desarrollar medidas eficaces de prevención y protección", indicó.
La doctora Gálvez expuso el efecto desigual que produce la Covid en mujeres y hombres, con el incremento de la violencia de género, el impacto en los cuidados, los efectos económicos vinculados con la segregación ocupacional y precariedad, así como los espacios de la toma de decisiones. Insistió en que el recorte del sector público "nos afecta a las mujeres, porque somos las usuarias y las principales empleadas". Por tanto, planteó la necesidad de cambio y de avanzar hacia una mayor democratización económica, basada en el bienestar de las personas: hacia una económica feminista. Para Lina Gálvez, es imprescindible revalorizar el cuidado y situarlo en el centro, por lo que entiende que "debemos pensar en una tercera transición, la del cuidado, un acuerdo de cuidados, una ética del cuidado si queremos hacer de esta situación un espacio más humano".
Las jornadas han contado con la participación de más de cuarenta personas, con una presencia del 85% de mujeres y un 15% de hombres, entre personal técnico de Diputación, ayuntamientos, universidades y asociaciones.