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“No hay en España una pulsión social de expulsión de extranjeros”, ha declarado Marugán. Pero ha matizado: “Hasta este momento”. Aún sin citarlo expresamente, el Defensor del Pueblo parecía aludir al surgimiento en el espacio político de fuerzas xenófobas o, al menos, partidarias de mano dura en políticas migratorias. “Las fuerzas políticas han sido hasta ahora razonablemente comprensivas”, ha reconocido Fernández Marugán, “porque esta sociedad necesita de la presencia del componente no nativo para adquirir cierta estabilidad social y económica”.
El Defensor del Pueblo ha ofrecido datos sobre el flujo migratorio. En 2018, más de 65.000 personas han sido interceptadas cuando trataban de alcanzar territorio español de manera irregular, la inmensa mayoría por vía marítima, bien a través del Mar de Alborán o por el Estrecho de Gibraltar. Marugán distinguió el contingente procedente de África, invariablemente sin papeles, de los migrantes venidos de América Latina.
“No hay soluciones nacionales al reto de la migración”, proclamó. El Defensor abogó por medidas regionales o globales y se mostró poco o nada favorable a las políticas que enarbolan el cierre de fronteras como único instrumento de actuación. “Si hay soluciones, es desplegando políticas que vayan más allá de las ayudas al desarrollo”. Y añadió: “Los que huyen del hambre, de la guerra, de la violencia o del cambio climático han venido y seguirán viniendo. Tenemos que abordar el problema de la forma más realista posible”.
Sobre la estrategia europea, se mostró particularmente crítico. “No hay una política de refugiados. Los fracasos de la UE han sido importantes”, dijo, en relación a las cuotas de reparto de desplazados y a los campos para inmigrantes creados en el perímetro europeo o más allá de sus fronteras. “A las ONGs que actúan en el Mediterráneo se les está poniendo dificultades. Y nos vamos a encontrar con que no hay ojos para ver lo que está sucediendo en algo tan importante”.
“¿Qué hemos aprendido en estos años?”, se preguntó Marugán. “Hay gente que llama a nuestra puerta porque quiere vivir mejor”, manifestó. “El Estado pone algunas limitaciones a la inmigración. Tiene lógica. Pero esas limitaciones se tienen que hacer con respeto a los derechos de las personas”, advirtió. Y alertó sobre el auge de posiciones políticas extremistas derivadas de la crisis de desplazados en los últimos años. “Los movimientos migratorios han proporcionado a las fuerzas conservadoras un fuerte apoyo electoral. Lo último lo acabamos de ver en Holanda”, señaló.