El año 2020 estuvo fuertemente marcado por el confinamiento duro de marzo a julio y las posteriores restricciones sanitarias debidas a la pandemia por COVID19. Pese a ello, las actividades de recogida, acondicionamiento y entrega a gestor autorizado de los residuos generados no cesaron en ningún momento, aunque se obtuvieron lógicos y significativos descensos en cantidades de residuos gestionadas y coste económico asociado a dicha actividad.
Así pues, en cuanto a los residuos peligrosos, se ha experimentado un aumento del 13% en la cantidad recogida de los laboratorios de docencia e investigación, entregándose a gestor autorizado 10.500 kg, casi 1200 kg. más que en 2020. Llama la atención que la generación del bromuro de etidio, un producto con importantes riesgos para la salud y que ha ido sustituyéndose gradualmente, haya descendido hasta quedar en cantidades testimoniales, lo que puede llevar a pensar en una próxima eliminación definitiva de nuestros laboratorios.
En lo concerniente a residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) y de papel con valor documental (PVD), por los mismos motivos ya apuntados, también se ha observado un repunte de un 368 y un 78%, respectivamente. La cantidad de residuos de PVD ha vuelto a los valores de 2019. Sí que es especialmente significativo el ascenso de la cantidad de RAEE gestionado a través de un sistema integrado, que alcanza el valor más alto del histórico y que ha sido debido al vaciado de varios puntos de almacenamiento con grandes cantidades de equipos obsoletos.
En la línea de gestión de residuos de cartuchos y tóners, se ha modificado el procedimiento de recogida y también el gestor autorizado que los recoge, habiéndose llegado a más de 350 kg, ya libres de embalajes. La cantidad de pilas ha descendido sustancialmente, con una entrega al Sistema Integrado de Gestión de cerca de 335 kg.
En el capítulo de minimización de residuos peligrosos, se retorna a los valores prepandémicos. En este sentido, durante 2022 los objetivos seguirán siendo ambiciosos y se pretende conseguir una disminución aún mayor de los impactos ambiental y económico que la actividad de gestión de residuos supone para la UCO. La colaboración e implicación de la comunidad universitaria en todos sus estamentos y colectivos está resultando y resultará fundamental para lograrlo.
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